PROPOSITO EN LA VIDA: ¿Ser madre o algo más?

 

La mayoría de las mujeres, cuando llegamos a cierta edad, soñamos con formar una familia, ser madres, y creemos que ese es nuestro sueño, nuestra meta o nuestro propósito en la vida.

Pero, ¿Qué pasa cuando los hijos se hacen mayores y ya no nos necesitan?

¿Se acabó? ¿Ese era mi propósito en la vida?

Sí, hay muchas personas que responderán sí, pero ¿Qué hay de las que respondemos NO a esta pregunta?

Yo soy uno de esos casos, ser madre es lo mejor que me ha pasado en la vida y de lo que más orgullosa estoy, pero me he dado cuenta que ese no era el propósito en mi vida.

El propósito es aprender y pasar lo aprendido a los demás.

El propósito está donde menos nos gusta mirar de nosotros mismos. Algo que te hizo sufrir y lo superaste, ese aprendizaje debes pasarlo a los demás.

El propósito está en sentir que tienes algo que ofrecer al resto y quieres hacerlo realidad.

 

Pero entonces llegan las decepciones. Estas son algunas de las millones de frases que mi diablito malo del hombro izquierdo me dice:

“Ya tienes una edad para cambiar tu vida”

“Lo que tu ofreces lo ofrecen miles de personas, no vas a llegar a nadie”

“Te falta experiencia y formación, y ya es tarde para adquirirlas”

“Primero tendrás que subir tu autoestima y valorarte, así no puedes hacer nada”

 

Esto se llama “creencia limitante”, que va en contra de nuestros sueños y nos impide avanzar.

Cuando intentas cambiar tu vida, la mente entra en acción, y frena tu crecimiento.  Dándote excusas, todas probablemente razonables, para que te las creas y acabes abandonando todo intento de transformación.

 Después descubres que nada ha cambiado y has vuelto a tu zona de confort.

Entonces ese diablito de tu hombro te dice que nunca lo conseguirás, que simplemente, estás destinado a la vida que tienes.

Sientes vergüenza porque todos los que sabían de tu propósito han visto que no lo has conseguido. Sensación de defraudarles y la voz interior que nos dice “eres un fracaso”, “nunca lo conseguirás”.

Esa sensación afecta a tu familia, a tus amigos, a todos los que te rodean y por lo tanto tus proyectos sufren. Dejas de creer en ti y en tus sueños.

BASTA.

Sin acción no hay transformación.

 

En mi hombro derecho tengo a otro diablillo, pero este es el poli bueno, y al que más cuesta hacer caso, sabe que tienes que dejar de leer, aprender, explorar, y poner en práctica de una vez los conocimientos. Que ha llegado el momento de un cambio.

¿Y si hacemos caso a este diablillo bueno?

No es suerte, ni tampoco el destino. Lo que nos ocurre, es fruto de nuestras decisiones.

 

Soy madre, sí, y es algo maravilloso, pero siento que tengo algo que ofrecer al mundo, y no quiero verme, dentro de 15 o 20 años, pensando que se pasó el tiempo y no logré mis metas o no llegué a donde deseaba llegar, por quedarme parada sin hacer nada, por tener miedo al cambio, por hacer caso al diablito malo.

Si te pasa lo mismo, si crees que tienes algo más que ofrecer a la vida, no permitas que tus “creencias limitantes” te frenen, nunca es tarde, ninguna edad es tope, jamás se abrirán puertas si no las empujas o tiras de ellas.

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