A MIS AMIGAS TELEOPERADORAS

 

Nos encontramos en la era de las telecomunicaciones, avances informáticos que nos hacen cada día más fácil ocuparnos de prácticamente todo sin salir de casa.

Antes, ser teleoperador era el trabajo que nadie quería, puesto que se asociaba a ese vendedor telefónico que solo te llama para molestar (cosa que no era ni es así, te llama porque le dicen que es eso lo que debe hacer para ganarse el sueldo), pero ahora es el futuro de todas las empresas, ya no tienes que ir a la sucursal de tu banco para realizar cualquier trámite en tus cuentas, llamas por teléfono y está hecho. Se acabó enviar mil documentos firmados para dar partes en tu seguro, haces una llamada y lo tienes hecho, se acabó perder la mañana en hacienda para hacer tu declaración, una llamada de teléfono y la tienes hecha, se acabó ir a cada oficina de la comunidad autónoma para preguntar por algún tramite que tengas en curso, como acceso a vivienda o petición de subvenciones o ayudas, con una llamada de teléfono lo tienes hecho.

Y siendo así, siendo un avance que nos facilita tanto la vida, ¿Por qué tratamos al teleoperador como si fuera un imbécil que sabe menos que nosotros? No le estarías llamando si fuera así, ¿no?

El teleoperador tiene que aguantar lo que no está escrito, porque el humanoide, no sabemos porque extraña razón, por teléfono se envalentona y confunde al teleoperador con el culpable y responsable de todas sus desgracias. Hasta le tratamos como si fuera nuestro subordinado y pensamos que su trabajo es complacernos.

Pero la realidad es, que el teleoperador, antes de atenderte a ti y después de haberte atendido, ha atendido y atenderá a 50 más como tú, y mientras lo hace, tiene observadores que valoran todas y cada una de las palabras que salen de su boca, le miran con lupa y le responsabilizan de que tú hayas colgado contento o cabreado, y todo esto, escuchando borderías, subidas de tono, agresividad en palabras, sin poderse defender y por un sueldo que no le permite apenas desconectar de todo esto y tomarse un refresco con cacahuetes en su tiempo libre.

Sí, hay excepciones, obviamente para dedicarte a trabajar con el cliente debes tener tacto y sonrisa telefónica, y no todos tienen estas cualidades, pero, aun así, es probable que no sea su culpa, es probable que nadie le haya enseñado, es probable que no tuviera otra opción antes de decidir trabajar en esto.

Yo misma soy teleoperadora, a la fuerza no por gusto, hablo desde mi experiencia, y voy a intentar publicar entradas en las que os puedo narrar anécdotas no siempre divertidas, en las que cada día me veo envuelta en este trabajo, intentaré narrarlas con humor, puesto que para eso estoy aquí, para darle alegría a mi vida, y porque para mal rollo, ya tengo mi jornada laboral entera.

Por favor, no menospreciemos el trabajo del teleoperador, vamos a tratarle con respeto y educación, solo es necesario empatizar y ponerte en la piel del otro, porque el teleoperador, aunque no lo creas, y aunque no sea su elección, se tiene que poner en tu piel para poder ayudarte y lo hace por dos duros guarros.

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