OTRO RELATO

Una de mis últimas entradas, era un relato tipo cuento. La idea eran "unos padres esperando a la salida del colegio a sus hijos, y éstos, no salían", bien, pues escribí dos, éste que os pongo hoy es el primero, a ver cuál os gusta mas.

CONSECUENCIAS


Sonaba la sirena de las cuatro y media, hora de recogida de los niños en el colegio.

Que sonido tan peculiar ese. Parecían los bomberos anunciando una catástrofe, sin embargo, el recuerdo que tengo de aquel sonido es positivo, es bueno, es entrañable, que paradójico, a pesar de todo, eso es lo que despierta en mí, ternura.

Ahora el sonido es diferente. Ahora esa sirena anuncia que es hora del recreo aquí, de ver la luz durante un rato, aquí, donde estoy ahora, que no es en el colegio, pero algo sí podría parecerse.

Todos en las clases, encerrados, sin luz, los interruptores no funcionan, las persianas están bajadas. A tientas, el profesor intenta subirlas, pero están todas atascadas. Que extraño todo, eso es lo que piensan.

Mientras tanto, en la puerta del colegio, los padres de los niños se impacientan.

¡Qué raro. Cuanto tardan hoy los niños en salir del colegio! – Se preguntan todos.

- ¿Qué hora es? – Pregunta una de las madres que está más pegada a la entrada

- Las cuatro y media- contesta otra, con la misma cara de preocupación.

Pasan los minutos, el caos se acelera, la incertidumbre, los nervios, el miedo.

Media hora después, un grupo de padres decide acudir.

Se asoman a la puerta principal, es de cristal con los barrotes naranjas, parece estar cerrada, intentan ver algo en el interior. Golpean con los nudillos el cristal.

 Al cabo de un rato ven como baja por las escaleras alguien, salta los peldaños de dos en dos, es el conserje.

-Hola, tranquilos, los niños parecen estar bien, la directora y yo estamos intentando abrir las puertas junto con otros profesores que se encontraban en la sala de reunión. Al parecer todas las clases están cerradas, los alumnos y profesores están dentro, estamos intentando abrirles, pero nos resulta imposible, es extraño, son todas las clases, hemos llamado a la policía y a los bomberos, así que tranquilos, no pierdan la calma.

Estas explicaciones, dichas a chillidos a través de una puerta cerrada, por alguien que está atrapado dentro de un colegio, podrían estar cargadas de buenas intenciones, pero ningún padre pudo hacer lo que le pedía, guardar la calma.



-Tranquilos, no os preocupéis, solo es una broma de algún graciosillo, tranquilos – Dice el profesor en el interior de una de las clases intentando apaciguar los nervios a los alumnos.



Yo soy el único que está fuera, viendo todo como un espectador. Veo madres llorar, veo padres gritar. Si esos niños pudieran ver a sus padres ahora, se estremecerían, no de miedo, sino de emoción, es maravilloso, ver como se preocupan por uno. Han pasado 45 minutos, ni rastro de los míos. Aún nadie me echa en falta en casa.

Siguen intentando abrir las puertas. Tic tac, no conseguiréis abrirlas a tiempo.

De repente un estruendo.

La gente chilla, corre. Había humo, ruido, gritos, caos.



- ¿Qué ha sido eso? -Chillaban todos en las clases.

-No lo sé, pero tranquilos, quedaos quietos, tranquilos. - intentaba tranquilizar el profesor.



El humo empezó a disiparse, ya se veía otra vez las puertas del colegio, todo el mundo corrió hacia allí, como si quisieran llegar los primeros, sin saber a dónde, sin saber por qué, solo con la necesidad imperiosa de estar junto a sus hijos.

Yo seguía ahí, observando. Después de apretar el botón, seguía sin ser suficiente, nadie había acudido a por mí.



- ¿por qué lo hiciste? - preguntó esa abogada, esa de asuntos sociales.

-Solo fueron petardos. No es para tanto.

-Simón, si es para tanto, hay una persona herida. Asustaste a mucha gente, padres, madres, niños que pasaron miedo. Dime por qué lo hiciste, déjame ayudarte. Tus padres están preocupados.

- ¿Mis padres? ¿Están aquí? –Dije intrigado.

-Sí, pero no podrás verles. Aún no.

- ¿Verles? ¿Cree que es eso lo que quiero?

-Simón, no sé qué es lo que quieres, pero sé lo que quiero yo, ayudarte, y solo podré hacerlo si me cuentas la verdad, ¿Es que quieres pasarte hasta la mayoría de edad en el reformatorio?

- ¿Y contando la verdad podré librarme de ello? –Pregunté con desgana.

-Haré lo que pueda. Cuéntame lo que te ocurre. ¿por qué encerraste a todos los alumnos en las clases? ¿Por qué hiciste estallar todos esos petardos?

- La verdad no va a librarme. No quería herir a nadie, pero lo hice. La verdad solo hará que usted amplíe sus conocimientos, mejore su currículum, y yo simplemente, quizá, pueda desahogarme, pero no me librará, porque ya tengo una sentencia, ya había escrita para mí una penitencia, y no es el reformatorio. Eso solo es un añadido.

Yo ya tenía asumidas las consecuencias.

-Pero no solo yo necesito castigo – continué- y la única manera de, quienes de verdad son culpables, paguen, era esta.

- ¿Qué quieres decir Simón? ¿Quiénes son los culpables?

-Solo así podría ver a mis padres y hermanos preocupados por mí. Solo así, además de yo, ellos tendrían su castigo. Solo así, habría consecuencias para todos.

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