EVOCACION DE UN RECUERDO
MIS ROCAS
Por fin estaba en ese momento, de compras por el paseo
marítimo del lugar donde pasé todos los veranos en mi infancia y adolescencia.
Estaba cansada, así que me senté en el poyete de piedra que decora el paseo. Y
entonces lo oí, justo detrás de mí, el ruido de niños riendo, me di la vuelta y
miré las rocas en la orilla del mar, estaban alrededor de un cubo, esa imagen
me llevó al pasado, justo ahí, en esas mismas rocas me sentaba cada día.
Por el día extendía mi toalla en la roca más larga y plana.
Elegía ese lugar para pasar el tiempo en vez de la arena donde había mil
sombrillas pegadas unas a otras, porque odiaba verme rodeada de tanta gente,
siempre necesitaba soledad, tranquilidad, estar conmigo misma.
Dejaba siempre la mirada perdida en el horizonte durante
largos ratos, allí donde se junta el mar con el cielo. Se podía ver algún barco a lo
lejos. Cerraba los ojos y dejaba que el sol quemara mi cara, porque odiaba ese
tono pálido que tenía durante el invierno y deseaba que se tornara oscuro, porque así me sentía más bella.
Nunca llevaba sombrilla, y el calor era intenso, así que
bajaba por esa roca plana que hunde su extremo en el mar, e iba dejando en cada
paso que daba que el agua refrescara cada centímetro de mi cuerpo, hasta que
por completo me sumergía. Nadaba para alejarme de las rocas y poder pisar sobre
arena. No tardaba en salir, sola no se puede jugar en el agua.
Fumaba a escondidas de mis padres, que jamás buscarían ahí,
cuando quisieran saber de mí, cosa que era improbable, acudirían a la arena. Así
que ese lugar era mi escondite. Puedo sentir el sabor en mi boca de esos
cigarros, ¡Cuánto los echo de menos!
Siempre había niños y mayores chapoteando en el agua y
cazando cangrejos, alguno cazaba algún calamar pequeño, que, dentro de ese
cubo, sintiéndose atrapado, expulsaba tinta y formaba un revuelo de personas
alrededor observando y comentando, finalmente era devuelto al mar. Yo observaba
la situación. Con los cascos puestos escuchando a los backStreet boys,
imaginando que bailaba en el cuerpo de baile, haciendo coreografías mentalmente.
Soñando despierta. Como siempre he hecho, como siempre hago, y, como siempre
haré.
Por la noche acudía al mismo lugar, me sentaba en la pequeña
piedra en forma de asiento preparado para mi justo a la orilla del agua. En este caso había silencio y paz, solo se oía el chocar de las olas contra las
rocas, el leve vaivén del agua subiendo y bajando de las llanas piedras dejando
un rastro de espuma. Tenía la sensación que el mar me hablaba, y que también
podía escucharme. Por ello ese momento se convertía en mi terapia, sin abrir la
boca, sin que salga un solo sonido de mi boca, le contaba al mar como me sentía,
que sueños tenía, cuáles eran mis anhelos. Y el mar me contestaba, me daba su
opinión, que no era más que la que yo deseaba y necesitaba escuchar.
El pitido de aquel coche me hizo regresar. Dejo de recordar,
vuelvo al presente, vuelvo a la realidad, a mi versión actual, a la mejor
versión de mi misma.

Me transporté allí..
ResponderEliminarQue bonito
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