EL DESTINO DE LA VIDA
Si en la entrada anterior hablábamos de "como hacer que te pasen cosas buenas", en esta vamos a hablar de ¿por qué te
pasan cosas malas?
Todos pasamos por cosas negativas o
vivimos situaciones duras alguna vez. Pero cuando se repiten demasiado, o
cuando vives algo tan duro que te hace pensar que peor que eso no habrá nada, o
cuando resulta que sí, que puede ocurrirte algo aún peor, o repetirse
exactamente lo mismo, entonces piensas ¿Qué he hecho tan malo en la vida para
merecer esto?
Pues probablemente nada malo, o no tan
malo como para merecer eso, pero la vida es un juego, que en la mayoría de las
ocasiones tiene ya las jugadas preparadas. Otras veces no, otras veces nosotros
tiramos los dados, y en función de las decisiones que tomamos para mover
nuestra ficha, podemos, ganar, perder, empatar o seguir jugando.
Cuando la jugada ya está preparada, es
cuando yo le llamo el “destino de la vida” tenía que ocurrir esto porque era
preciso que así fuera, porque de ello aprenderé algo o de aquí partirá algo
nuevo que será necesario vivir también.
Claro que todo esto es fácil decirlo
cuando no eres tú quien está en ese momento tan jodido, o cuando ya lo
superaste y lo ves con los ojos del presente.
Yo he acabado planteándome, que, si hay
cosas que ocurren después de que tomemos ciertas decisiones, es decir, el
camino que decidimos tomar en cada punto de partida que tenemos en la vida, y
hay otras que no dependen de nosotros, que ya están escritas, ¿Quién tomó la
decisión de que ocurrieran de ese modo? Y ¿Por qué?
Hay creencias, como la que habla de la
reencarnación, que dice que nosotros mismos, cuando solo somos un alma buscando
destino, elegimos la vida que viviremos, y con ello, elegimos tanto lo malo,
como lo bueno que nos pasará.
Yo imagino mi alma ahí revoloteando por el
aire diciendo " a ver, esa no, esa tampoco... ¡esa, si esa! y entonces veo
a mi alma un tridente y cola roja, frotándose las manos musitando ¡qué bien te
lo vas a pasar bonita!
¡Será zorra mi alma!
Esto puede iniciar entonces un debate muy
suculento marcado por la creencia de cada uno … ¿la muerte es el fin de la
partida?
Yo creo que no, pero también creo que he
tomado la decisión de creer eso, porque da menos miedo. Porque es más bonito.
Pienso precisamente que todo lo que ocurre en esta vida, que no ocurrió porque
yo hiciera algo al respecto para que así fuera, es decir, todo lo que depende
del destino de la vida, son aprendizajes que me quedaron pendientes, y que,
sinceramente, no sé si aprenderé con ellos, pero sin lugar a dudas, me hicieron
más fuerte, y siguiendo esta creencia, este tipo de vivencias hará que mi alma,
en la siguiente partida, decida de un modo u otro lo que me pasará, siempre
teniendo en cuenta, que muchas de esas cosas variarán en función de los caminos
que yo vaya tomando, pero lo que está escrito, lo escribió mi alma.
No hay ningún estudio científico que nos
hable de la existencia de algo después de la muerte. Tenemos, eso sí, mil
testimonios de personas que dicen haber estado cerca de la muerte o incluso
muertos que regresaron a la vida, cada uno cuenta una cosa, y como, repito, no
hay ningún estudio científico que avale esos testimonios, es más sensato e
inteligente pensar que efectivamente, algo que no se puede demostrar, no
existe.
Pero entonces no existirían creencias,
puesto que la mayoría de ellas, nacen de lo que no se ve, no se tienen datos
científicos.
Así que aquí, cada uno puede creer lo que
le da la real gana, o lo que le haga más feliz.
Yo casi me obligo a creer que sí hay algo
después, es decir, que tendré otra oportunidad, eso me hace sentir un poco más
feliz, que la cago un poco, pues
pienso, "venga en la siguiente vida lo intentaré hacer mejor"(como si
fuera una partida de la Nintendo que vuelves a empezar, anda que no molaría ser
el súper Mario Bross y morirte mil veces, cagarla y volver a empezar) por lo
menos no tengo la tremenda pena de pensar que aquí se acaba todo, que nos
convertimos en nada, y que solo existiremos o habrá existido algo de lo que
creamos, dijimos o hicimos, el tiempo que alguien nos siga recordando, ¿no
pensáis que esto es muy triste?
Pero claro por otro lado, ¿de qué sirve
empezar una nueva vida, si no recuerdas la anterior?
Esta teoría tiene muchas lagunas, y a
veces me cabreo y pienso, si yo elegí esto, está claro que, en la anterior
vida, las tuve que liar muy gordas, vamos que fui una joyita y mi alma está
ahora haciendo penitencia.
Claro que, los que tiene desgracias
gordas, ¿esos eligieron tener hijos enfermos o cosas peores?
Esto es el destino de la vida, pero la
pregunta sigue sin responderse, si no es el alma de uno quien elige el modo en
que te pasarán esas cosas, ¿Quién es entonces?
Yo solo sé que hasta que lleguemos a ese
momento, el fin de la partida, nos toca jugar y jugar lo mejor que podamos, no
solo para ganar, hay que jugar para divertirse, porque la vida, al igual que un
juego, tiene final, pero lo ideal es pasárselo en grande mientras trascurre el
juego. Y si el juego ha hecho que caigas en la casilla de “dos turnos sin
jugar” o “pasa turno” pues acéptalo y sigue jugando. Si la vida nos pone
delante desgracias que vivir, hay que aceptarlas, y seguir hacia delante,
porque en ese camino seguro que también puso cosas maravillosas, que corremos
el riesgo de perdernos por pensar demasiado en las malas.
Como me dijo alguien a quien quiero mucho,
dejemos de pensar que va a pasar después, y vivamos el ahora.
Efectivamente, el ahora nunca vuelve, el
ahora es un instante que se nos olvida saborear y lo recordamos después de que
se ha ido, y el ahora es lo realmente importante.
Vivir a tope, sin pensar demasiado,
disfrutando de las pequeñas cosas, esas cervezas que no pensabas que se
convertirían en diez cuando saliste a tomar una con el aperitivo, ese viaje
relámpago de dos días con las amigas, ese momento en el sofá viendo una serie
con tu marido. Ese juego del monopoly con tus hijas.
Y dejar de dar tanta importancia a
tonterías absurdas.
Pero claro, esto es lo más difícil del
mundo mundial, vamos, que casi que lo veo imposible, es una teoría preciosa,
que todos conocemos e incluso nos repetimos una y otra vez, pero a la hora de
la verdad, ninguno la ponemos en práctica.
Solo lo hacemos cuando nos llega ese
momento jodido de la vida, que el destino nos puso delante, una enfermedad, un
accidente, etc., entonces sí, lo ponemos en práctica, pero solo durante el
tiempo que nos duran las consecuencias, después, poco a poco, empezamos a
subirnos a ese barco que nos lleva a la deriva y del que no tenemos control. Y
volvemos a preocuparnos por sandeces y dejamos, otra vez, de ver lo importante.
El destino a mí me tiene preparado algo
fantástico, seguro, la vida no puede conmigo, a veces lo intenta, a veces
aprieta mi cuello, pero luego suelta, y me dice con su especial sutileza “que
no, que era broma, que tú tienes que durar mucho”, "tu alma no eligió tan
mal".
Siento que en este juego tengo siempre un
comodín, como un ángel de la guarda, y sinceramente a veces le veo,
sudando la gota gorda y a punto de pedirle la cuenta al jefe.
Me gustaría pasar ese comodín a
alguien que lo necesite, pero no puedo, parece ser que no decidimos cómo y cuándo usarlo, igual que en todo lo demás, seguimos sin saber quién decide
nuestra jugada.
Quizá somos marionetas, y hay alguien
pasándoselo pipa moviendo nuestros hilos. Si le pillara yo,
no sé qué le haría.
En fin, que, si no hay respuesta a
¿por qué te pasan cosas malas? pues será que no la necesitamos, se puede vivir
sin saberlo.
Dedico esta entrada a todos lo que hayan
pasado o estén pasando un mal momento, ánimo, "Esto, también pasará"
Muy bueno Bego.
ResponderEliminarGenial, amiga!
ResponderEliminar