MICRORRELATO


A ella le desconcertaron los resultados cuando abrió el sobre. No porque no se los esperara, sino precisamente por eso, porque se lo esperaba y a pesar de ello, se le hizo un nudo en la garganta.

Era algo tan inverosímil de ocurrir, que esperaba, como siempre, equivocarse, y esta vez no fue así.

Él era su padre, lo era de verdad, no porque hubiera pasado a su lado los últimos 30 años, no porque le hubiera criado, educado, acompañado en cada uno de sus momentos y guiado en el viaje de la vida como solo un padre podía hacerlo, sino porque lo decía un resultado que, después de analizar ese pequeño pelo, sujetaba en sus manos con tanta fuera que a punto estuvo de romperlo.

Corrió tan rápido como pudo hacia su casa. No podía esperar más para preguntarle, no podía, ni quería, digerirlo primero.

- Lo siento, perdóname, solo así podía estar a tu lado.

- ¿Ellos sabían quién eras?

- ¡No! Jamás me hubieran contratado hace 30 años de haber sabido quién era. He estado a tu lado todo este tiempo, he formado parte de tu vida, te quiero y me quieres, todo eso solo podía ocurrir así, de este modo. Trabajando para ellos, para los que creías que eran tus padres.

- ¿Y por qué no me lo contaste después de que murieran?

-Porque hubiera sido el primero en la lista de sospechosos.

Y entonces lo supo. Un paso atrás, otro más, y pegó su espalda a la pared. Fue él, él los mató.

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