RELATO CORTO




Incluso los que dicen que no puedes hacer nada para cambiar tu destino…miran antes de cruzar la calle.

STEPHEN HAWKING





En aquel cuarto de baño, de aquel lugar donde se construyen futuros.



- ¿Por qué decidiste estudiar esta carrera?

-Bueno, no sé, todo el mundo decía que debía elegir esta.

- ¿Todo el mundo? ¿Quién te lo decía?

-Bueno, pues, amigos, mis padres, algún vecino.

- ¿Qué querías hacer tu en realidad?

-No sé, yo siempre he querido ser policía.

- ¿y porque no lo has intentado?

- Mis notas fueron fantásticas en el instituto y cuando hice selectividad, la nota daba para hacer algo realmente importante, algo que de verdad solucionara mi futuro.

- Arquitecto, claro, es una carrera complicada, está claro que tuviste que hincar bien los codos para llegar a este punto, ¿te ves construyendo casas? ¿crees que acabarás trabajando en algo importante?

- No sé, pero esa es la intención.

- Bueno, también podías haber intentado cumplir tu sueño, ese de ser policía, también podías haber solucionado tu futuro, y, además, ser feliz, hacer lo que realmente te gusta.

- Si, es verdad, pero siempre hay tiempo para eso, quien sabe, puede que el día de mañana lo intente.

-Claro, es curioso, dejamos nuestros sueños para más adelante, y lo que hacemos porque sí, porque los demás piensan que es lo correcto, lo hacemos ya, ¿no debería ser al revés?

- Vale, bien, tienes razón, pero ¿y tú? ¿Por qué estás aquí? ¿Qué te hizo llegar hasta aquí?

-¿Yo?, yo no estoy aquí.

Y se desvaneció, no había nada, solo él, contra él mismo, y miro a su alrededor, y por un momento sintió que todo daba vueltas, que no podía mantenerse en pie. Volvió a mirar al frente, y se vio en el espejo, estaba pálido, sudando, no entendía nada, y a su vez, lo entendía todo.



Estaba claro, cogió su mochila y salió corriendo, saltó las escaleras de tres en tres, llego hasta la puerta de la universidad, tuvo que agarrarse a los barrotes metálicos al girar para no resbalar, y salió, sin parar de correr, y mientras corría no podía parar de sonreír, siguió corriendo.

Corrió tanto que no escucho el claxon, no lo escucho.



No sintió dolor, no sintió nada, estaba en paz, estaba tranquilo, sentía que todo había terminado, que llegó tarde a su propio pensamiento, que escucho tarde su propia voz, pero ya no importaba, ya todo acabo, estaba en paz.



Y de nuevo él, otra vez él, como si de un ángel se tratara.
-Vuelve, inténtalo otra vez, hazlo mejor esta vez, esta vez, acuérdate de ser feliz.

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